Por Carolina Berardi (*)
El Indec dio a conocer dos indicadores muy festejados por la gestión libertaria el viernes pasado. El primero es el de actividad económica, que creció en octubre 0,6% intermensual en su medición desestacionalizada, acortando así las diferencias con 2023. La caída interanual fue de 0,7% y acumula en lo que va de 2024 una variación de -2,7% (indicador que en marzo se ubicaba en -5,2%).
No obstante, la situación lejos está de ser homogénea para todos los sectores de actividad: el agro encabeza el rendimiento en el marco de la recuperación post sequía con un crecimiento de 36,7% acumulado en los primeros diez meses del año (de hecho, si quitamos este factor de la ecuación, la economía argentina de 2024 se ubica en un nivel 4,9% menor a 2023); le sigue la explotación minera e hidrocarburífera con un incremento de 7,2% acumulado, encadenando 43 meses seguidos de crecimiento interanual.
La contracara de estos datos virtuosos es la situación que exhibe la construcción, la industria y el comercio, que acumulan en 2024 desplomes de 19%, 11% y 10%, respectivamente. ¿Da lo mismo qué sectores crecen y cuáles caen? Definitivamente no. Mientras agro, minería e hidrocarburos emplean en 2024 el 6,6% de los trabajadores registrados privados, la industria, el comercio y la construcción emplearon al 44,5%.
Por eso los datos de empleo continúan mostrando resultados negativos. Se perdieron 129.780 puestos de trabajo privados, que se suman a los 38.609 perdidos en el ámbito público, totalizando 168.389 puestos menos que en noviembre de 2023. Los despidos abarcan a todos los rubros: en Cargill y en Aceitera General Deheza (de los sectores más competitivos de la Argentina), en Danica, Dow y Canale por cierre, en Mirgor, en Topper, en Ledesma. Ello se suma a las suspensiones, entre las que se destacan las 700 en la acería de Acindar.
El segundo dato relevante difundido es el de salarios. Los del sector registrado se incrementaron en octubre 4,1% y los no registrados, teniendo en cuenta el rezago estadístico de este indicador, crecieron en mayo 7,7%. En ambos casos, el incremento superó la inflación del mes y, por ende, recuperaron poder adquisitivo. Sin embargo, aún se encuentran significativamente por debajo de los niveles de noviembre de 2023: 5,5% los registrados y 21,3% los no registrados.
Al interior de los registrados, la situación es sumamente heterogénea en función de quién es el empleador: mientras los privados se ubican sólo 0,3% por debajo de noviembre 2023, los públicos perdieron 14,8% de su poder de compra.
¿Por qué los trabajadores privados no sienten esa recuperación en sus bolsillos? Una pista de ello podemos encontrar en el reciente lanzamiento del Indec: “La calculadora de tu propio IPC”. A partir del reconocimiento del organismo de que el índice de inflación no refleja el sentir de las grandes mayorías, crearon esta herramienta para “compensar”.
Para entender a qué apunta la calculadora, hay que repasar cómo se mide la inflación en Argentina. El Indec primero construye una “canasta” de gastos, es decir, a partir de una “Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares” (ENGHO), determina qué bienes y servicios consumen los hogares en promedio y qué porcentaje del total del gasto se destina a cada bien y servicio (y mide la evolución de los precios de esos bienes y servicios). La encuesta que hoy utiliza el Indec para determinar la canasta de gastos data del año 2004/2005. Sin embargo, en 2017/8, se realizó una nueva encuesta que exhibió cambios sustantivos en la canasta de consumo, pero aún no se implementó. Aquella canasta de 2004/2005 ya no es representativa de los consumos de los hogares argentinos.
En un contexto en el cual los rubros que más se han incrementado desde la asunción de Milei son aquellos que aumentaron su peso en la canasta de consumo si comparamos 2004 con 2017, las diferencias son significativas. Algunos ejemplos: el rubro transporte representaba en 2004 el 11% del gasto de los hogares y en 2017 el 14,3%; el rubro vivienda, agua, electricidad y gas representaba el 9,4% del gasto en 2004 y se elevó a 14,5% en 2017. Desde la asunción de Milei, estos rubros aumentaron sus precios entre 40 y 100 puntos por encima de la inflación general, desanclando así la “sensación de los bolsillos” de la medición del Indec.
Si hacemos el ejercicio de aplicar los ponderadores (esto es, el porcentaje de gasto que se destina a cada rubro) del 2017 en vez de 2004, la inflación acumulada desde noviembre de 2023 a octubre de 2024 no sería de 159,7% sino 181,2%. Entonces, la pérdida efectiva de poder adquisitivo de los trabajadores registrados no sería ya de 0,3% sino de 7,9%.
Este ejercicio teórico, que no implica cuestionar la veracidad del dato del Indec, nos permite explicar por qué los indicadores de consumo masivo se encuentran por el piso. En 2024, se consumió 11% menos de carne vacuna que en 2023, 11% menos de leche, 9% menos de yerba, por destacar algunos ejemplos.
La celebración por parte del Gobierno de los datos publicados por el Indec no acompaña el sentir de las mayorías, especialmente de aquellos que perdieron en este año su fuente de trabajo, fueron suspendidos o sus ingresos cayeron significativamente en su poder adquisitivo. Sin dudas, será un fin de año con mayor desigualdad entre ganadores y perdedores del modelo libertario.
(*) Publicado en ElDiarioAR