Miente, miente… Que algo quedará

Por Fabián Rogel (*)

Un tal doctor, que seguro ha de ser abogado, Benegas Lynch (hijo) ha escrito una nota en un portal que lee toda la derecha de la República Argentina. No me llama la atención que éstos pseudos intelectuales opinen en ésta columna diciendo que: Alem, vaya a saber por qué motivo, era liberal… Pero encima, este abogado con triple apellido, se anima a aseverar que el radicalismo está sufriendo, cuál si estuviera en un parto volviendo, de ésta manera a sus orígenes

Este atrevido y poco letrado llega a declarar que Leandro N. Alem era el primer liberal.

Nada nuevo hay bajo el sol: los traidores a la patria y los conservadores siempre han intentado convencer a algunos de que somos todos iguales para disfrazarse aunque sea por un rato de populares. El señor Milei escucha a éstos personajes como si fueran grandes intelectuales. Ya ha habido en otros tiempos, morraleros de la política Argentina.

Recientemente, había un muchacho joven que asesoraba a Mauricio Macri que fue quien sacó los próceres de los billetes y puso los animalitos. Vergüenza Nacional.

Da la casualidad que los radicales lo votamos con la excusa de siempre: que tenia que terminar el peronismo. Este joven se llamaba Marcos Peña Brown Menendez Beti, que terminó sus días alejado hasta del propio Mauricio Macri. Es más, y ésto lo digo yo, lo celaba a nuestro actual gobernador de la Provincia, Rogelio Frigerio, porque sabía más que él. De todas formas, los cantores se juntan por la tonada; los conservadores y reaccionarios, Los Benegas Lynch y los Peña Brown poco importarán en la historia del país y no tendrán un mero recordatorio.

Estoy presentando en la provincia en la que vivo y lo abordo en la edición de mi libro “Crónicas de los 40 años de continuidad democrática”. Democracia que supimos conseguir tras largas horas de sangre, sudor y lágrimas. Tengo el orgullo de que haya venido a presentar el libro, a Paraná, quien fuera conmigo diputado de la Nación, Ricardo Gil Lavedra. Estoy hablando nada más ni nada menos de quien presidio el tribunal que enjuició y condenó a las juntas militares.

Por lo expuesto, la gratuita ofensa hacia Leandro N. Alem, no la podemos dejar pasar y creo tener credenciales para hacerlo.

El radicalismo hizo tres revoluciones: 1890, 1893 y 1905. De las tres, dos organizó y condujo Leandro N. Alem.

Yrigoyen y Alem fueron los artífices del destino democrático de nuestro país que llevaron -como solemos recordar- que hasta que el más pobre de los criollos pudiera ir al cuarto oscuro, sin el patrón que le robará el documento de identidad. Así, con un simple papelito llamado “voto” ese criollo fue sumado para definir el destino nacional.

En la larga lista de los hombres de bien, de los estadistas, de los revolucionarios, de los democráticos, no encuentro ni siquiera en la solapa de un libro, un Benegas Lynch hablando de cosas que hicieron grande a la Nación.

Yo no tengo un diario a mi servicio como sí lo tienen éstos personajes antes nombrados, por lo que espero que muchos buenos periodistas de nuestra provincia, que los hay, me ayuden a difundir éstas líneas en honor al queridísimo gran Leandro N. Alem.

Caminar las calles del país, hacer docencia, por más humilde que les parezca… así comienzan las grandes gestas.

El peronismo también tiene mucho que replantearse y junto con los buenos radicales haremos, como decía Arturo Illia, La revolución inconclusa”.

Echarle la culpa de los males argentinos a la banca oficial -como pretende Banega Lynch- es otra de las grandes mentiras que éstos sectores económicos y de poder intentan vender, olvidándose por ejemplo, que cuando la crisis de 1930 -más precisamente en el ´28- Yrigoyen cerró la caja de conversión porque constituye el modo en que se tenía presa a la gente con todos sus ahorros. Yo hizo sin alardes ni pegando gritos para llamar la atención.

Convoco con éstas humildes palabras, a acompañar a todos los que están siendo víctimas del apriete fiscal y del modelo económico que perjudica a la mayoría de los argentinos y a todas las provincias, como en el caso nuestro, de los entrerrianos, que no se pueden desarrollar libremente por la política del látigo y castigo, que no creo que haya sido la política que añoraba Leandro N. Alem.

Termino diciendo, finalmente, que si el señor Alberto Benegas Lynch ha leído a Alem, como si lo he leído yo muchas veces, le haga con profundidad, en especial cuando sostenía: “En política se hace lo que debe y no lo que se puede, y si lo que se puede es malo, no se hace nada”.

(*) Diputado y jefe del bloque de Juntos por Entre Ríos