Por Manuel Troncoso (*)
Durante las últimas semanas hemos oído y leído mucho sobre el proyecto de paridad que se puso a consideración del Legislativo entrerriano. Creo que tal propuesta es fruto de una discusión endogámica, donde la corrección política tapa la verdadera discusión: es un parche más a un sistema electoral vetusto y agotado.
Una aclaración necesaria antes de introducirnos en este debate de ideas que reiteraré una y otra vez: no, no estoy contra la igualdad de género. Desde ya que lo consideramos necesario, justo y acorde a este tiempo, en el cual es hora de saldar la deuda de reglamentar el artículo 17 de la Constitución provincial de 2008, pero el resultado no puede ser una reforma política parcial, sobre un único punto.
Necesitamos un debate más amplio sobre nuestro sistema electoral, esta discusión no puede esperar más y así ha sido indicado incluso desde el gobierno en reiteradas ocasiones. El proyecto de paridad, con su noble intención de mejorar la representación política, se enfoca en cómo se conforma la oferta electoral, pero se olvida por completo de los ciudadanos en ese punto. Necesitamos también actualizar la forma en cómo los ciudadanos nos eligen a nosotros, los representantes.
Puede señalarse que ahora no es el momento, que el contexto de pandemia implica dejar estas discusiones para otro momento, pero si vamos a llevar a cabo una reforma política parcial sobre la conformación de listas ¿por qué no dar la discusión entera? Y lo que es más, ¿por qué no dar esta discusión cuando el propio Ejecutivo tiene un proyecto de 2017 del Código Electoral unificado que incluye la paridad? No lo entiendo.
Dar este tipo de discusiones por Zoom en un par de conversatorios y conformar una red no deja de ser una discusión desde la política para la política, por más que se inviten a organizaciones de la sociedad civil que compartan la agenda. Esto se torna un error, ya que por poner sobre la mesa una problemática que afecta históricamente a la mitad de la población, se deja de lado otra que incluye a la totalidad de la población.
Los datos hablan por sí mismos: en las generales de 2019 casi 77.000 entrerrianos votaron en blanco en la categoría Gobernador, y más de 100.000 para diputados, es decir un 9 y un 12% respectivamente; en las PASO habían sido más de 125.000 y 144.000 votos respectivamente. La tendencia al alza del voto en blanco y las diferencias en categorías demuestran lo confuso que se vuelve para los entrerrianos expresar claramente a quién vota en las categorías provinciales con la boleta sábana.
Párrafo aparte para lo distorsivo del “efecto arrastre” que la categoría de Gobernador (o Presidente si van juntas) implica sobre las elecciones locales. Existe una vasta literatura al respecto. También lo hay sobre lo anacrónico y perjudicial para el votante en este siglo mantener la lista sabana.
En suma, que la justa búsqueda de paridad no nos tape el bosque. Si hacemos una reforma política que sea una reforma no sólo de la política para la política, sino de la política para toda la ciudadanía, para cada votante entrerriano. La composición de las Cámaras cambió y el proyecto está sobre la mesa, sólo resta la voluntad de dar una discusión más amplia, seria y donde la censura de la corrección política no nos haga entender que estamos ante una cosa ya juzgada, ante una reforma política que ya sucedió.
(*) Diputado provincial del PRO